Es con profunda tristeza que anunciamos el fallecimiento de María Guadalupe Gutiérrez Alvarez (Lupe), quien dejó este mundo el 29 de marzo de 2024. Nacida el 12 de diciembre de 1948 en Ocotlán, Jalisco. Vivió una vida plena y significativa tocando el corazón de quienes la rodeaban con su bondad y generosidad.
Precedida en la muerte por su amado esposo, Salvador Gutiérrez ,deja atrás una familia numerosa y amorosa, la Familia Gutiérrez, compuesta por sus hijos Jorge, Verónica, Gabriela, Salvador, Berenice, Francisco, Sergio y Lupita. También fue una abuela cariñosa de Alex, Jesse, Mari, Eric, Sergio Jr, David, Susi, Gisselle, Leslie, Andrew, Chavita, Sharai, Ivan, Luis Angel, Angélica, Cristian, Alondra, Valeria y Jimena. A la vez sus 11 hermanos y hermanas.
Todos los días ella estaba vestida impecablemente, con un estilo que la hacía destacar en cualquier multitud.
La vida de María era vibrante y su personalidad brillaba en todos los aspectos de ella. Una mujer humilde, reflexiva y amorosa, su bondad fue sentida por todos los que tuvieron el privilegio de conocerla. Disfrutaba de los placeres sencillos de la vida; El pozole y los tacos dorados eran su plato favorito y empezaba cada día con una taza de café. Amante de la música de Vicente Fernández, también disfrutaba viendo telenovelas y era fanática del Mariachi y del equipo de fútbol Las Chivas.
Sus pasatiempos favoritos eran jugar a la Lotería e ir de compras, a menudo combinando su amor por caminar y comprar durante sus visitas al centro comercial. Su destino de vacaciones favorito era México, lo que refleja su profundo amor por su herencia. Amante de todos los colores, encontró la belleza en la diversidad de la vida.
María era mejor conocida y recordada por sus lecciones de vida, que giraban en torno a la importancia de cuidar unos de otros. Su mayor logro y, de hecho, su orgullo y alegría, fue su familia. Crió a ocho amorosos hijos y les inculcó los valores de la compasión, el respeto y el amor por los demás.
El legado de María es un testimonio de su bondad y generosidad innatas. Su vida fue un hermoso ejemplo de humilde devoción a la familia y amor por las personas. Mientras lamentamos su pérdida, también celebramos su vida, recordando su hermosa alma y apreciando los momentos que pasamos con ella.
Ella permanecerá para siempre en nuestros corazones y recuerdos. Su familia, sus amigos y todos los que la conocieron la extrañaran profundamente.
Descanse en paz, querida mamá. Tu amor y luz nunca se apagarán.